Sé que llego tarde. Llego muy tarde. De verdad que lo siento.
Pero como dicen los refranes, más vale tarde que nunca, y nunca es tarde si la dicha es buena. Y en este caso lo es, vaya si lo es.
¿Qué es Coronaburgo?
Coronaburgo es muchas cosas.
Es una ciudad medieval (virtual). Creada por roleros. Que nada tiene que envidiar a las ciudades medievales de nuestros juegos favoritos. Con sus tabernas, sus estadios, sus monumentos, faros, puertos, fortalezas, palacios… ¡Incluso un estadio de Blood Bowl! Pedazo de ciudad.
También es una iniciativa solidaria, dirigida por grapas y mapas. Debo confesar que no tengo muy claro quiénes son los que están detrás de grapas y mapas (que me perdonen, por favor), pero sí sé que uno de ellos es Eneko Palencia, del que ya hablé (junto a Eneko Menika, que sospecho también estará en el ajo) cuando comenté, hace ya algún tiempo, del fanzine Vieja Escuela.
El caso es que se sacaron de la manga una iniciativa para recaudar fondos destinados a Médicos Sin Fronteras, para luchar contra nuestro ya viejo enemigo el Coronavirus. La idea es simple pero brillante: en función de lo que recaudes, así tienes tu parcelita en la ciudad.
- 1 euro = 1 vivienda (vamos, la participación mínima).
- 5 euros = un establecimiento, que es lo más atractivo y en lo que me habría gustado participar.
- 15 euros = algo grandioso, como un palacio.
Yo creo que no se esperaban este éxito. Vamos, no lo creo, lo dicen ellos: han tenido que cerrar el grifo al llegar a los 6.000€ recaudados, para poder gestionar todas las participaciones. En twitter lo explican (aquí tenéis el hashtag de Coronaburgo).
Exitazo.
Y decía que he llegado tarde porque es imperdonable que mi taberna no esté ahí. Por desgracia, precisamente me enteré de la iniciativa cuando anunciaron que se cerraban las donaciones.
Coronaburgo también es otra cosa: es la evidencia de que yo estaba equivocado (sí, rara vez ocurre, pero ocurre).
En mi artículo de aniversario decía que estoy algo desencantado con la comunidad rolera, a la que últimamente veía muy enfrascada en discusiones absurdas y rodeada de mal rollo. Pero el éxito de esta iniciativa me ha demostrado que el núcleo bueno y duro sigue ahí, que los roleros que merecen la pena saben luchar por lo que es justo y necesario, y responden a la altura de las circunstancias.
Ésta es una de tantas iniciativas solidarias que han salido adelante. No hace mucho, yo mismo participaba aportando mi granito de arena y como comentarista ocasional en la Cruzada Beneficus, que logró recaudar 3.824,80€. Ahí es nada.
No quiero quitar ni un gramo de importancia a estas iniciativas, ni caer en el error de compararlas. Todas son necesarias. Todas son útiles. No importa tanto la cantidad recaudada como el esfuerzo, el resultado, y sobre todo la disposición de los donantes. Así se ganan guerras, con pequeñas (o no tan pequeñas) victorias.
Cada euro recaudado es una bofetada en la cara de este virus hijoputa que tantos disgustos está trayendo. Cada aportación es un empujón al personal que combate contra él. Como he dicho en alguna ocasión, los aplausos están muy bien, pero lo que necesitan nuestros sanitarios es equipo. Las partidas no se ganan sólo con tiradas de moral, se ganan con armas y armaduras.
La comunidad friki, con estas dos iniciativas (y muchas otras) ha demostrado que para nosotros no hay rival demasiado grande. Y que está a la altura de las circunstancias.
Pero por desgracia, no todo son actitudes a celebrar.

Una de cal y otra de arena
Esta crisis ha sacado lo mejor de la sociedad. Iniciativas como Coronaburgo, la Cruzada Benéficus, y muchas otras. Actos solidarios por todas partes. No es necesario que sean grandilocuentes o que sumen muchos ceros en una cuenta bancaria.
La persona que ayuda a una vecina anciana a hacer la compra, evitando que salga a la calle; el taxista que lleva a los enfermos al hospital; aquéllos que llevan comida gratis a los sanitarios; las señoras que se pusieron a fabricar mascarillas caseras (que sí, que no serían FFP-no-sé-qué, pero mejor eso que no llevar nada). Y un sinfín de otros actos heroicos.
Pero también ha sacado lo peor.
No quería, de verdad que no quería ponerme negativo. Pero es que hoy, 4 de mayo (día de la Fuerza, por cierto), comienzo de la famosa desescalada, se me cae el alma a los pies.
Empezando por los lamentables políticos que tenemos, de todos los signos, que no son capaces de ponerse de acuerdo ni en éstas. Que se explican como el culo, donde dije digo digo Diego, o no admiten errores (como las manifestaciones y otros eventos multitudinarios justo cuando empezaba todo el follón). Que están más preocupados en hacerse la foto (con el grifo abierto o la lagrimita) y rascar algunos votos que en arrimar el hombro y dar verdaderas soluciones. O que siguen a su rollo de competencias nacionalistas. Lamentables. Patéticos.
Pero no son los únicos. Joder, es que da la sensación de que hay quien está buscando la forma de estirar las leyes al máximo, de ir hasta el borde permitido. Hecha la ley, hecha la trampa, que se dice. ¿Pero tanto cuesta entender que no se trata de lo que está o no está permitido, sino de hacer las cosas con cabeza?
Yo no necesito que el Gobierno me prohíba tirarme por un barranco para no querer tirarme. Pues lo mismo, me dan igual las medidas que se tomen o dejen de tomar. Las normas hay que cumplirlas, pero también hay que entenderlas.
El otro día alguien muy cercano me decía que qué suerte tenía por poder sacar a mi perra. Y yo le dije que no, en absoluto. Que si por mí fuese no habría salido ni un minuto, y que a la perra, con la que antes de la pandemia me hacía 2 kilómetros diarios de paseo, ahora la llevo hasta la esquina, que mee y cague, y vuelta para casa. Y que no me hace ni puta gracia ponerme en riesgo ni poner en riesgo a mi familia sólo por tomar un poco el aire. Y conste que no tengo ni terraza.
A ver, que no digo que no se salga, no se me malinterprete por favor. Sólo digo que hay que tener precaución. No miedo, pero sí precaución. Si la calle está llena de gente, pues… sal a otra hora y ya está. Desde luego nada de botellones. Y lleva mascarilla; seguro que en una aventura de rol no te quitas la armadura ni para mear, ¿no? ¿Por qué aquí sí?
Soy el primero que estoy deseando volverme a mi querida Asturias a tomarme un culín de sidra, y ver a familia y amigos. Pero todavía no. Sólo cuando termine la tormenta. Hemos ganado la batalla del Abismo de Helm, pero Corona-Sauron está lejos de ser derrotado.
En fin, quiero creer que todos somos vecinos de Coronaburgo, hayamos aportado pasta o no. Si estás aquí leyendo esto, seguro que lo eres. Sigamos dando ejemplo de lo que hay y, sobre todo, lo que no hay que hacer.
Y venceremos.
P.D.: y por si no ha quedado claro, hoy mi aplauso va para grapas y mapas y todos los que habéis aportado a la construcción de Coronaburgo.
Actualizo este artículo porque, finalmente, sí he conseguido mi rinconcito en Coronaburgo. Así que toca lucirlo.
Un pasadizo, situado entre una penitenciaría, una biblioteca y una compañía de aventureros. Que da al puente de las Cabras y al callejón de los Portales Aleatorios. Vamos, muy bien situado. Un orgullo poder estar ahí al final.
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Todavía estás a tiempo de ponerle nombre a una calle, Brottor, quedan todavía unas 50 a 5 eypos ¿Qué te parece Portal de Baal?
¡Gracias por avisar! Aún a riesgo de ser demasiado soso, creo que me ha podido el pragmatismo y he solicitado una calle con mi nombre. A ver si me toca una buena calle…