Hoy me toca ponerme melancólico. Y es que recientemente he visto de nuevo la película Juegos de guerra. Sumado al estreno de la tercera temporada de Stranger Things (que aún tengo en proceso de visionado), me ha salido la vena ochentera y me ha dado por revisar algunas de las mejores películas de esa década mágica.

La magia de los 80
Me he dado cuenta de que los 80 pueden haber sido unos años mejores o peores en muchos sentidos, pero si hay algo que caracterizaba a sus películas es la magia. Allí donde los efectos especiales estaban evolucionando y en muchos casos se quedaban cortos, se suplía con auténtica magia. No se me ocurre otra forma de describirlo.
Soy plenamente consciente de que los ojos de un nacido en el siglo XXI verán en los 80 películas casi prehistóricas, supongo que del mismo modo que yo he visto algunas películas que ya tienen 60 o 70 años. Me consta que es difícil ignorar el filtro que nos ponemos al ver determinadas carencias técnicas: ¿para qué voy a ver una película sin sonido cuando hoy tengo altavoces hasta debajo del asiento? ¿Por qué ver una película en blanco y negro si hoy las veo en 3D? ¿Y quién es ese actor que ya no está de moda? Sin embargo, si nos han dicho que son buenas y merecen la pena, lo suyo es darles una oportunidad.
Porque la magia de los 80 está ahí.
En Juegos de guerra, que obviamente hoy ya ha quedado desfasadísima, la banda sonora y la estética son maravillosas; hay una escena al comienzo, en la que se presenta al protagonista, que está jugando a un videojuego en un salón recreativo, que sin ser nada del otro mundo transmite muchísima ilusión al espectador. Es esta magia a la que me refiero.
Me he puesto a pensar, y esta misma magia de los 80 está en multitud de películas de la década. En Regreso al futuro, plagada de gazapos argumentales, lo que menos importa es que tenga sentido; la aventura y la energía que desprenden Doc y Marti es contagiosa. ¿Y qué puedo decir de Star Wars? Sí, ya sé que el Episodio IV es del 77, pero los dos siguientes son de los 80, creo que se puede aceptar perfectamente que la saga es ochentera, y no hace falta describir la magia que desprenden. También hay que hablar de la saga de Indiana Jones, inimitable. O de La jungla de cristal, uno de los pocos casos en los que el invento total del nombre de la película al traducirlo (el original es Die hard) no queda mal y ha quedado establecido; lo de Bruce Willis en esa película y en las dos siguientes es pura magia. Y en la misma liga, Arma letal, otro clasicazo; aunque se ha intentado en múltiples ocasiones repetir la buena sinergia del dúo de policías, creo que no se ha conseguido todavía.

Generalmente un contraejemplo es una prueba irrefutable: es curioso cómo tanto en el caso de Star Wars como en el de Indiana Jones e incluso de La jungla, las películas que ya llegaron en los 2000 carecen claramente de esta magia de la que hablo. Mismo producto, mismos protagonistas (directores, etc.), mejores medios… y sin embargo, muy lejos de los originales.
Pero es que hay muchos más ejemplos de películas ochenteras que destilan magia. Willow, que parecía condenada al fracaso porque George Lucas no consiguió los derechos de El Señor de los Anillos y se inventó su propia versión, es una película obligada para los fans de la fantasía. O La princesa prometida, que supera con creces la novela en la que está basada (aunque debo decir que el único capítulo que no recrea es el mejor: el momento en que Íñigo y Fezzik van a la búsqueda de los ingredientes que necesita el Milagroso Max para hacer su milagro). Siguiendo con la fantasía, la versión de Conan de Schwarzeneger le da mil vueltas a la más reciente, con muchos más medios pero sin la magia de la original. Por cierto, que antes hablaba de la importancia de las bandas sonoras, y la de esta película es sublime.
Y meto en el mismo saco a la maravillosa Lady Halcón, película que por algún motivo tiene muchos detractores (y ciertamente detalles que son difíciles de digerir), pero que es indudable que tiene mucha más magia que muchas películas de similar corte más modernas.
Por cierto, que acaba de fallecer Rutger Hauer, el actor que dio vida al capitán Etienne Navarre en esta última película. D.E.P.
La lista de películas mágicas es interminable: ya que mencionamos a Rutger Hauer seguimos con la inmortal Blade Runner, Los intocables de Elliot Ness, Terminator, Depredador (es curioso la de magia que aporta el bueno de Schwarze), Mad Max, Los inmortales… El nombre de la rosa es otro ejemplo de película que tiene poco o nada que envidiar a la novela en la que se basa.
Por el lado más cómico, Los cazafantasmas se han quedado claramente desfasados, pero merece mucho la pena un revisionado (mucho más que la penosa última versión, prodigio de efectos especiales pero falta de todo lo demás, que es al final lo que importa). Por cierto, que están rodando una tercera parte… miedo me da.

Cierro la lista con Aliens, de la que hay poco que decir… otro ejemplo de saga que tenía magia a raudales en los 80 y 90, y que no ha sabido conservarla posteriormente.
Debo mencionar a modo de corolario a Los goonies. Es una película que nunca me atrajo especialmente, tal vez porque la vi a destiempo, algo mayor de lo ideal. No obstante, reconozco que tiene esa magia ochentera de la que hablo, y me consta que así tiene la legión de fans correspondiente.
Ya sé que me dejo muchas películas por comentar, pero este artículo no pretende ser un listado de clásicos ochenteros, sino sólo un buen puñado de ejemplos de películas que considero que tienen esa magia especial de la que hablo. Todas ellas, revisionadas hoy día, nos arrancarán sin lugar a duda una sonrisa mezcla de añoranza y de satisfacción.
Lo mismo pasa con las series de televisión, por cierto. Con los ojos de hoy pueden parecernos más o menos cutres, pero series como El equipo A, El coche fantástico, MacGyver o la vieja Galáctica (aunque la nueva sea magnífica) tenían una magia que ya les gustaría a las series de hoy en día (tal vez precisamente con la excepción de Stranger things), por mucho que estemos viviendo una época dorada en este sector.
¿Y de los 90?
Que no se me malinterprete, por favor, los 90 están cargados de peliculones, y lo mismo pasa con el siglo XXI. Pero esa magia ochentera… creo que fue desapareciendo poco a poco. En los 90 hubo algunos de los últimos coletazos, pero ya fueron eso, reminiscencias de una década mágica.
Terminator 2, en realidad, tiene la magia heredada de su primera parte, y empiezan a primar más los efectos especiales que cualquier otra cosa, de hecho tal vez sea ésta la película que marca un punto de inflexión para la tecnología cinematográfica. Lo mismo pasa con otras continuaciones (La jungla de cristal, etc.). Mencionaría también a Drácula, de Bram Stoker, Desafío total (Schwarze sigue ahí), Atrapado en el tiempo (que algunos conocerán como El día de la marmota), o Entrevista con el vampiro. En mayor o menor medida tienen parte de la magia de los ochenta.
Y quiero hablar en especial de La roca. Peliculón que es magia pura. Recuerdo con cariño haber ido dos veces al cine a verla, y posteriormente en casa unas cuantas veces más. La verdad es que no me canso.
Tengo mis dudas con otras tres películas. Repito, estoy hablando de esa magia que caracteriza a las películas de los ochenta, no de si son buenas o malas películas (es obvio que son muy buenas): El quinto elemento, Braveheart y la saga de Matrix, por lo menos la primera. Con estas tres, tengo la sensación de que esa magia empezó a mutar a… otra cosa.

¿Y dónde se fue esa magia?
Llegaron los 2000 y, qué queréis que os diga, esa magia desapareció. A riesgo de ser pesado, insisto, hay peliculones, claro que sí, muchas. Las sagas de El Señor de los Anillos y de Marvel, por ejemplo, nos han dejado grandes momentos. Pero no estoy hablando de calidad, sino de magia.
Para entender mejor lo que digo, recomiendo la serie Los Goldberg. No deja de ser la clásica comedia familiar americana, pero en este caso con la gracia de basarse en las experiencias propias del productor, centrado en su infancia y adolescencia, y lógicamente plagadas de referencias ochenteras. La serie retrata a la perfección esta magia de la que hablo. El señor Goldberg habla, tal vez, con un exceso de nostalgia, pero sin duda con conocimiento de causa, de esa magia de los 80 que tanto influyó en su vida.
Sospecho que eso mismo es lo que me está pasando a mí. Que veo esas películas con más cariño que objetividad, ya que sin duda estoy viejo para esto.
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