Runebound fue, para mí, la mayor sorpresa de los juegos que pude probar en el Game On de Madrid.
Pero antes de entrar al detalle quiero compartir con vosotros la primera sensación que tuve, porque creo que es muy significativa.
El vuelo de los dragones
¿La habéis visto? Se trata de una película de animación de los 80 basada en un libro homónimo escrito por Peter Dickinson que especula acerca de la naturaleza de los dragones, que a su vez está basado en la novela The dragon and the George, de Gordon R. Dickson. Aún no me he leído el libro (aunque lo tengo aquí en la estantería) pero me habré visto la película como mínimo 10 veces.
Con la perspectiva de más de tres décadas, hoy esta película podría parecer que es poca cosa. Las técnicas de animación han evolucionado una barbaridad, el guión podría parecer incluso poco original, y hasta la maravillosa banda sonora ha quedado desfasada. Allá cada cual con sus opiniones, yo os recomiendo que la veáis, aunque sólo sea por curiosidad. Pero este artículo no es para hablar de ella.
Si la menciono es por una escena, justo al comienzo, en la cual el protagonista (Peter, el autor del libro) está en una tienda de juegos, intentando convencer al vendedor de que un juego de tablero que ha inventado es maravilloso. Ante la incomprensión del tendero, al que le falta llamarle «maldito friki», Peter tiene los ojos vidriosos imaginando (deseando) que los personajes que habitan su tablero sean reales.
El tablero en cuestión representa un mundo de fantasía, con dragones, magos, etc. Nada nuevo, ¿verdad? Bueno, nada nuevo a día de hoy, pero en aquella época en que todo este mundo estaba naciendo sí que lo era.
Recuerdo perfectamente las ganas que tenía de tener un juego así. Un juego en el que los personajes de fantasía se moviesen por el tablero viviendo diversas aventuras. Más adelante conocí los juegos de rol y las perspectivas fueron infinitamente mejores, pero siempre tuve, de alguna forma, la sensación de que no existía un juego de tablero con esas características. Conocía los juegos de mazmorreo, los wargames, los de cartas, o videojuegos que se parecían en mayor o menor medida… pero ninguno que fuese como el de esa escena en cuestión.
La primera vez que jugué al Runebound, por fin, supe que había encontrado ese juego.

Runebound, un juego de mesa con sabor a rol
Runebound es un juego de rol estilo old-school hecho tablero, o un juego de tablero con un inconfundible sabor a rol, como se prefiera. Yo me quedo con lo segundo.
En él adoptamos el papel de un aventurero que deberá enfrentarse a un enorme peligro, ya sea un temible dragón que va a asolarlo todo o un nigromante que va a provocar el apocalipsis zombi, en función de la misión que escojamos, aunque hay más expansiones que le dan otro sabor al juego.
Podría llevarse a engaño, pues en alguna parte de la caja o de las instrucciones pone que «los jugadores deberán enfrentarse a X», sin especificar que lo harán en solitario. Porque hay una falsa sensación de que los jugadores van a actuar en equipo contra la amenaza común, de hecho si pueden incluso intentarán pegarse entre ellos.
Este juego NO es cooperativo, en absoluto. Tampoco es competitivo en el sentido de que haya que perseguir al vecino para partirle la cara, pero gana el que logre armarse lo suficiente y derrotar al enemigo común, o pierden todos si nadie lo consigue.
Más allá del resultado final, la gracia del tema es lo que ocurre durante el juego: misiones de diversa índole (diplomáticas, de exploración, de combate…), comercio para comprar determinado equipo, adquisición de habilidades… todo orientado a que el personaje crezca y se haga lo suficientemente poderoso como para hacer frente con mínimas esperanzas al malo de turno.
Éste es un juego para pasar la tarde abordando diversas aventuras, explorando el mundo y lidiando con seres de todo tipo. Disfrutando los pequeños detalles y sumergiéndonos en el argumento del juego.
O sea, lo mismo que un juego de rol de fantasía, pero hecho juego de mesa.

Movimiento y combate
Sin duda los dos aspectos que más llaman la atención son las mecánicas de movimiento y combate.
El movimiento se desarrolla tirando dados de 6 caras, pero aquí no se trata de sacar una «buena» o «mala» tirada, ya que las caras de los dados representan un tipo de terreno: los personajes pueden moverse al terreno adyacente si en la tirada sale el tipo de terreno en cuestión, o bien un comodín, o si hay un camino. Es una mecánica sencilla pero original, que se aprovecha en determinadas misiones para realizar tiradas de exploración, y que le da una importancia especial a adquirir equipo o habilidades que mejoren dicha tirada.
El combate, por contra, se realiza tirando unos «tazos», unas fichas de dos caras que pueden suponer mayor defensa o mayor ataque (además de haber tipos de ataque, como físicos o mágicos). Resulta muy intuitivo que, al comprar un arma, tengas un tazo extra que la representa, dándole personalidad a la forma de combatir del personaje. Además se potencia la estrategia de los jugadores, que tendrán que jugar con sus valores de defensa, de ataque, y la posibilidad de darle la vuelta a los tazos, de tal forma que no gana necesariamente el que obtenga una mejor «tirada».
Son dos mecánicas interesantes, sencillas y originales, aunque en mi opinión han sido mal ejecutadas: los dados no vienen preparados, sino que hay que pegarles unas pegatinas con los terrenos en cuestión (yo ya he perdido una cara, y no sabéis la rabia que me da). Y los tazos no son más que circunferencias de cartón destroqueladas, que podrían hacer la función de un marcador en cualquier juego, pero que se quedan a medias a la hora de tirarlas. Lo ideal, tal vez, habrían sido dados de 4 caras.

Lo mejor del Runebound
- La sensación de estar viviendo una aventura compleja.
- Las mecánicas originales de movimiento y combate.
- El aspecto general del juego.
Lo peor del Runebound
- La cutrez de dados y de los tazos.
- La duración: cuantos más jugadores, más largo es, pudiendo llegar a durar demasiado.
- Así como hay miniaturas de los personajes, se echa en falta una miniatura para los villanos.
Conclusión
Runebound es un buen juego, de los que potencian la imaginación contando historias y te hacen pasar una tarde agradable con los amigos. Excelente para dos jugadores; también funciona bien para más, aunque como he dicho antes, ojo con la duración porque se puede complicar bastante.
Pero no es una buena elección si estamos buscando un juego rápido y ágil. La grandeza de Runebound está en los detalles, y la diversión en sus mecánicas.
Tengo entendido que en alguna expansión ya hay reglas para que el juego sea cooperativo, lo que en mi opinión le puede dar un plus de interés, ya que vendría a solucionar el hecho de que no te interese nada lo que haga el resto de jugadores en su turno, además de hacer más interesante el combate final. Pero como no las he probado, no puedo deciros nada al respecto.
Por lo demás, para mi gusto, una maravillosa forma de jugar a ser Peter Dickinson.
Como siempre, aquí os dejo el enlace de compra (o pinchad sobre la imagen).
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1thoroughly
Hola! Comento para decir que en el 2do párrafo de la seccion «Runebound, un juego(…)» Dice asolarl en vez de asolarlo y que nigromante se escribe junto. Por lo demás buen post! Comprare ese juego en cuanto pueda.
Corregido, ¡gracias!