Algo que he aprendido en estos años de blog es que es mejor no meterse en charcos. Que al final siempre te manchas.
La regla de oro es:
- No hablar de política.
- No hablar de religión.
- No entrar en polémicas.
Podría añadir «no hablar de fútbol», pero esto se sobreentiende con los dos primeros. Pues bien, plenamente consciente del error que voy a cometer, voy a saltármela.
Los Anillos de Poder
Por si algún despistado aún no se ha enterado, Amazon Prime ha puesto toda la carne en el asador. O sea, ha soltado pasta como si no hubiese un mañana. Y la ha invertido en la serie que va a hacer que entre en la competencia directa con el resto de plataformas de streaming: Los Anillos de Poder.
Va a ser un pepinazo. Hay mucho talento contratado para la ocasión, es lo que tiene poner medios. Por ejemplo, Juan Antonio Bayona o Peter Jackson van a andar por allí.
Los Anillos de Poder va a estar centrada en la Segunda Edad de la Tierra Media, en los eventos contados en el Silmarillion. Me parece un acierto, a estas alturas todo el mundo conoce con más o menos precisión lo que pasa en la Tercera Edad, ya sea por haber leído los libros o visto las pelis, pero hay mucho que contar de las edades anteriores.
Vamos con la primera opinión delicada: el Silmarillion es un coñazo… como lectura. Lo leí una vez, y me costó. Alguna parte se salva, como la historia de Beren y Luthien o la de Turin. Es lógico: el Silmarillion fue escrito a cachos, recopilados por el hijo de Tolkien. No es un libro redondo, desde luego, de hecho fue rechazado inicialmente por sus editores, tras el éxito de El Hobbit, que en su lugar le pidieron una continuación de éste. Un gran acierto, supongo que estaremos de acuerdo.
Eso no significa que las historias contadas en el Silmarillion no merezcan la pena. Lo que pasa es que necesitan ser contadas, bien contadas. Pero son interesantísimas, no sólo le dan mucho sentido a los sucesos de El Señor de los Anillos, siendo la base de todo lo que ocurre en él, sino que contiene muchísimas historias valiosas por sí mismas.
Por tanto, esta serie es más que bienvenida. Estoy deseando verla.
Antes de seguir, y para ir abriendo boca, vamos con el tráiler estrenado ayer mismo durante la Super Bowl (muestra de la pasta que se están dejando).
La polémica
Mola el tráiler, ¿no? No vemos gran cosa, pero sí deja claro que va a haber continuidad con la estética de las películas, importante para que llegue a todos los públicos. Y vemos muchos medios visuales y sonoros, la pasta invertida en la producción ya se deja notar.
Y vemos a un elfo negro.
Y estallan las redes sociales.
En realidad la polémica no ha empezado con el tráiler sino con las imágenes de los pósters publicadas. Aquí las tenéis todas. Resulta que también tenemos una enana negra.
Era inevitable: una horda de «puristas» ha elevado el grito al cielo diciendo que qué es eso. Que no hay elfos negros ni enanas negras. Su argumento (obviamente no van a decir que son racistas) es que eso no es canónico.
Canónico. Como si el Silmarillion o ESdlA fuesen una ley inmutable, escrita en piedra y de la que hay que respetar hasta la última coma (cuando precisamente entre ambos libros hay algunas contradicciones). O como si en las películas no hubiese incontables licencias que se pasan el canon por el forro, de eso ya nos hemos olvidado.
Sin embargo, creo que no podemos simplificar este problema como un caso de racismo. Eso es demasiado sencillo. Aquí también se ha criticado que la princesa enana no tenga barba, por ejemplo. O que Galadriel parece «demasiado guerrera» (¿¿??). Se ha criticado hasta al última mota de polvo que aparece en pantalla. En fin, he tenido ocasión de leer todo tipo de estupideces estos días.
El verdadero problema lo ha resumido perfectamente el gran Juan Gómez Jurado. Copio – pego sus palabras:
La serie de «El Señor de los Anillos» no le va a gustar NUNCA a ningún fan DE VERDAD. Es sencillamente imposible, por dos motivos. El primero es que, si dedicas toda tu vida a memorizar las genealogías desde el Ainulindalë hasta los Puertos Grises, tienes que dejarlo claro.
Segundo motivo: La manera de dejar claro que tú eres más listo y más fan DE VERDAD que las personas que HACEN algo, es que no te guste. No hay otra manera. La única otra manera, más difícil, es que te dejaran hacerlo a ti -que, por lo que sea, no ha pasado-.
Como lector que considera que Tolkien es DIOS, y como autor y creador de series, me gustaría perder el tiempo poniendo el foco sobre un par de temas:
- MI (tú) Silmarillion es infilmable, salvo que esta serie de 1000 millones la hagan preguntándome a MI (tú), o haciéndola YO (tú).
- Las historias son mutables, los creadores hablan a su generación. Pretender saber cómo contaría a la audiencia de 2022 una historia un señor nacido en 1892 es de una arrogancia inmensa.
- Como norma general, esperar a ver qué sale antes de hablar suele evitar sonrojos.
- Si medio siglo después de mi muerte hacéis una adaptación de alguna de mis novelas, contad la historia que os salga de las narices sin miedo ni vergüenza.
- Los libros de Tolkien no van a cambiar ni van a ser peores porque la serie sea del gusto de medio planeta.
- Todos amamos a JRR. Creó un universo infinito; el respeto a la luz y a lo pequeño, al árbol y al agua clara hizo mejor nuestra gris existencia. Celebremos que la serie será una oportunidad para que más gente se asome a los libros.
- Sobre todo, que nunca seamos Grima.
Namarië!
Brillante.
Aquí está el meollo de la cuestión: un fan superfan demasiado-fan tiene que demostrarlo. Tiene que demostrar que se ha devorado todas y cada una de las páginas y que, además, se sabe de memoria todos los detalles. Tiene que destacar por encima de los pobres mortales que no saben quién es Glorfindel. No puede volver a darse esa situación que ya se dio hace 21 años (¡joder, cuánto tiempo!) con el estreno de las películas, con mogollón de «expertos de toda la vida» que salían de debajo de las piedras y gente leyendo en el metro.
Permitidme un breve paréntesis porque esto es importante. Sí, he dicho leyendo en el metro. Libros. Libros de papel. Flipas, ¿eh? Qué tiempos… Vale, seguimos.
Si no, no me explico tanta crítica gratuita y sin sentido. Que si el elfo tiene pelo corto. Que si la enana no tiene barba. Que si dónde va Galadriel con armadura. Que si hay demasiada luz. Que si para qué necesita un elfo una antorcha. Y luego el rasgar de vestiduras y las amenazas (que a Amazon se la sudan) de «no pienso ver esta mierda», que no se cree nadie.
Sin embargo, dije que me iba a meter en el charco, y voy a hacerlo.

Mi opinión
En realidad creo que hay dos vertientes del problema: el del fan a muerte y el del racismo. Mejor no mezclemos. Porque el primero es insufrible pero el segundo es inaceptable. A estas alturas de la película, bien entrados en el siglo XXI, estas cosas ya no deberían ocurrir.
Que los árboles no nos impidan ver el bosque, sí que hay comentarios racistas, y hay que separarlos de los tolkien-boys (me gusta este concepto que acabo de inventarme, lo seguiré usando).
Los tolkien-boys (and girls, que también hay indignadas, ¿eh?) en el fondo son inofensivos. Y oye, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, yo también fui insufrible en su momento con las películas… y probablemente lo sigo siendo.
Recuerdo perfectamente criticar el que ni se mencionase a Tom Bombadil y Baya de oro y que no apareciese el capítulo de los túmulos de las quebradas. Incluso recuerdo, habiendo visto sólo el tráiler, que Aragorn no me convenció nada por su aspecto… y si hoy me encontrase a Viggo Mortensen por la calle (perfectamente posible, parece ser que vive en Madrid) me arrodillaría ante él porque es mi rey.
En fin, que no pasa nada por opinar, aunque opines tonterías. Yo siempre digo, y lo repito, que opinar en internet no debería ser gratis. Esto, por cierto, es una opinión, pero no es gratis, porque yo pago por el dominio y alojamiento de mi web (y una vez más, gracias infinitas a mis mecenas).
Pero luego está el tema del racismo, y aquí habría mucho que decir porque es complejo.
Y es que no todo el mundo es tan malvado ni tan nazi. Porque parte de esto viene provocado por la famosa inclusión forzada: los productores de películas y series meten con calzador gente de todo tipo de etnias para llegar a una mayor audiencia, ya que (teóricamente) así habrá más público que se sienta identificado con un personaje.
Yo me imagino que si lo hacen será por algo, pero como espectador me rechina muchísimo. Creo que es un concepto mal llevado a la práctica en general. La buena práctica, si queremos llevar esto a cabo, es que se introduzcan personajes o tramas que sean inclusivas. Esto también ocurre con los personajes femeninos, por ejemplo, muy ausentes en muchas historias clásicas. Sin ir más lejos, en El Señor de los Anillos hay pocas féminas, recuerdo que una antigua novia me decía mientras lo leía (sí que fui cansino, sí) que dónde estaban las chicas, y no le faltaba razón. El propio Peter Jackson decía que ése era el motivo por el que Arwen aparecía «más de la cuenta», en escenas que no le pertenecían.
La mala práctica, en mi opinión, es modificar a personajes que ya están bien definidos. Kingping o Aquiles no pueden ser negros. Como tampoco podrían ser chinos, o mujeres. Kingping no puede ser negro por el mismo motivo que no puede ser delgado, y por eso en este caso no se trata de racismo. Y yo, personalmente, no me siento más identificado con Miles Morales porque éste sea hispano; para mí, Peter Parker es Spiderman… y nadie más. Tampoco entendería un Martin Luther King, Mohammed Alí o M.A. Barracus blancos, eso sería impensable, ¿verdad? Pues lo mismo.
Pero otro tema es el de los elfos y enanos negros. ¿Por qué no puede haberlos? Creo que el problema viene porque tenemos muy interiorizado un arquetipo visual, partiendo de ilustraciones, películas, y de los orígenes culturales de estas razas. Pero en ningún momento se dice en el canon que un elfo tenga que ser blanco blanquísimo, como tampoco se dice, si no me equivoco, que los elfos tengan que tener las orejas puntiagudas, y sin embargo eso todo el mundo lo acepta. Por tanto, puede ser que nos rechine un poco, como a mí me rechinaba la primera vez que vi a Mortensen caracterizado como Aragorn, pero en este caso no me parece una inclusión forzada. Así que si nos rasgamos las vestiduras, encendemos las antorchas y protestamos airadamente con el puño en alto, ya no somos tolkien-boys, somos racistas.

Conclusión
Sé que peco de ingenuo, pero me sorprende el mal rollo y el aluvión de críticas que ha habido por un tráiler de 1 minuto. Si eres un tolkien-boy, te recomiendo que no seas tan exigente contigo mismo y recuerdes que no tienes nada que demostrar. Y si eres un racista, pues… a ver si adivinas lo que te quiero decir.
Vive y deja vivir. Vamos a disfrutar de esta serie que va a ser la ostia. Vamos a celebrar que la estén haciendo y vamos a comentar la infinidad de cosas buenas que nos va a traer. Y oye, si de verdad no te gusta, pues no pagues la suscripción a Amazon Prime y no la veas, pero déjanos a los fans que lo pasemos bien. Y aquí no ha pasado nada.
Joder, 21 añazos ya del estreno de la primera peli. Sí que estoy viejo para esto.
Finalmente, cierro la sección de comentarios. Ya he tenido que eliminar más de uno, no por esperado menos desagradable. De verdad, me alucina el odio que tienen acumulados algunos. En fin.
Al resto, espero que disfrutéis del blog, y gracias por ser normales.