Agosto de algún año en la década de los 90. Un joven Brottor se para, como suele hacer, delante del escaparate de una de sus tiendas de hobby favoritas, para curiosear las novedades.
Entre varios libros y cajas, hay un suplemento que, por algún motivo, le llama la atención. Su nombre, que no puede resultar más extraño, se le queda grabado en el cerebro.
Menzoberranzan.
Sin yo saberlo, acababa de conocer la existencia de los Elfos Oscuros, dentro de la ambientación de los Reinos Olvidados de D&D. Su máximo exponente seguro que os suena, Drizzt Do’Urden, que nació precisamente en Menzoberranzan. Sobre Drizzt, la ciudad, y la ambientación en general de los Elfos Oscuros se han escrito multitud de novelas, publicado varios suplementos, y creado diversos videojuegos.
La verdad es que el mundo de los Elfos Oscuros nunca me atrajo mucho, así que no puedo profundizar demasiado en él.
Sin embargo, el juego que hoy nos ocupa está ambientado en este mundo. En Tiranos del Underdark cada jugador lidera una casa Drow en una sección de la Infraoscuridad debajo de la Costa de la Espada. Y como no podía ser de otra manera, la lucha por el control entre las casas va a ser cruenta.
Tiranos del Underdark
Tiranos del Underdark es un juego de control de territorios con construcción de mazos. O de construcción de mazos con un componente estratégico, como se prefiera. Y la verdad es que esta sinergia de mecánicas funciona a la perfección.
En este juego el mazo representa a los esbirros de cada casa Drow, y los jugadores pueden ir comprándolos utilizando influencia. La gracia, claro está, es la utilidad de esos esbirros, estando cada uno de ellos especializado en un aspecto u otro del juego, y teniendo ciertas habilidades especiales. Al mismo tiempo, los jugadores expanden su influencia por el tablero colocando sus fuerzas e intentando controlar las diversas ciudades; huelga decir que el esfuerzo por controlar las ciudades más grandes, como Menzoberranzan, es mucho mayor, pero también lo es el premio si se consigue dominar por completo. Interesante el concepto de dominio parcial, que también da beneficios, pero menos, por lo que el resto de jugadores puede querer intentar dificultar dicho dominio, incluso si ve imposible una conquista total de una ciudad.
La gran ventaja de los juegos basados en construcción de mazos, si están bien diseñados (porque lo más complicado es equilibrar y gestionar el refresco de las cartas) es que le dan un sabor especial y único a cada partida. Sin perder un componente de aleatoriedad, que en este caso no tiene por qué ser negativo, ya que afecta por igual a todos los jugadores, éstos se afanan en construir su mazo, ya no con las mejores cartas, sino sobre todo con las que mejor casan en función de su estrategia y su economía.
Pues éste es el caso de Tiranos del Underdark. De un primer vistazo puede parecer un poco complejo prestar atención a las cartas al mismo tiempo que no le quitas ojo al tablero y a las ciudades que quieres conquistar. Pero al final no es tanto lío, enseguida se pilla la mecánica y se puede uno centrar en sus objetivos.
Por cierto, objetivos muy cambiantes, ya que la interacción entre los jugadores es constante y brutal, siendo tal vez el punto más fuerte. O el más flojo, si no se dispone de los jugadores suficientes: la partida que jugué fue con cuatro (el máximo posible) y creo que es el número perfecto. Tengo muchas dudas y pereza por jugar una partida con menos. El caso es que esta interacción hace que las partidas sean muy dinámicas y poco previsibles. O sea, más divertidas.
El objetivo final es ser la facción que tiene más puntos. Hay muchas formas de ganarlos, de hecho, me ha resultado gratamente sorprendente que no es nada evidente quién va ganando, al contrario de lo que ocurre en otros juegos, lo que le da cierta emoción hasta el final. En la partida que jugamos, sin ir más lejos, los dos jugadores que parecía que estaban partiendo el bacalao quedaron los últimos tras el recuento final, para sorpresa de todos.
Un punto muy fuerte para mi gusto es la ambientación. Oscura y malévola, como tiene que ser. Y eso que resulta algo difícil de conseguir, ya que el tablero tampoco es que pueda contribuir mucho a ello. Al final sólo tenemos las cartas para sumergirnos en el ambiente, pero son más que suficientes.
Lo mejor de Tiranos del Underdark
- La rejugabilidad, asegurada al haber tantas posibilidades construyendo mazos.
- La interacción entre los jugadores, obligada, sobre todo una vez pasadas las fases iniciales del juego.
- El arte de las cartas.
Lo peor de Tiranos del Underdark
- El manual. Es un despropósito. Desordenado e incomprensible, un caos.
- He echado en falta un poco de personalización en las facciones. De inicio, todas son idénticas. Es cierto que en otros juegos esta pequeña personalización puede suponer un desequilibrio, pero cuando está bien diseñado, aporta cierto color y personalidad.
- El máximo de jugadores es de 4, y no creo que funcione bien con menos. Así que muy encorsetado en este caso.
Conclusión
Me ha gustado bastante. La mecánica se pilla enseguida, aunque esta falta de complejidad no implica simpleza. Tal vez, si no sabes de qué va el tema de los Elfos Oscuros, la ambientación te va a sacar un poco de contexto. Y a la inversa, obviamente si eres fan de Drizzt o estás familiarizado con estos reinos, lo vas a disfrutar de lo lindo.
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