El libro que traigo hoy no es ninguna novedad, pero hace tiempo que quería hablar de él en este blog porque es un claro ejemplo de literatura para jugones.
Orcos no deja lugar a dudas: los protagonistas son una banda de guerreros orcos, los Hurones (en mi opinión, desafortunada traducción del nombre original de la banda, Wolverine) que se enfrentan a peliagudas situaciones, tras las que acaban en una tesitura siempre peor. Con esta premisa, original (¿seguro?) y diferente, al menos en el momento en que se publicó, el autor nos pone en lugar de estos pieles verdes y nos muestra sus aventuras y desventuras.
Según lo veía Stryke, las circunstancias dictaban una estrategia directa.
-No disponemos más que de una oportunidad, y yo digo que no tenemos más elección que el asalto frontal. Entramos, hacemos lo que tenemos que hacer, y salimos.
-Parece bastante razonable -comentó Coilla- […]
¿Qué es un orco?
La pregunta no es caprichosa. Un orco no es igual en una historia que en otra. No son iguales los orcos de El Señor de los Anillos que los de Warhammer. Pueden compartir ciertas similitudes, pero indudablemente no son lo mismo.
Siendo como son un antagonista clásico en todas las historias de fantasía, me atreveré a definir a los orcos como la versión oscura, salvaje y deformada de los humanos. Oscura tanto por el color de su piel (no siempre se les define como verdosos, y de hecho hay alguno que otro que ha tachado a Tolkien de racista) como por sus intenciones, siempre belicosas. Salvaje porque nunca se les muestra como gente civilizada, aunque en algunas ocasiones parezcan industriosos; siempre se están peleando, si no es con otros, entre ellos, y su líder no es el más inteligente sino el más fuerte. Y deformada porque siempre se les describe como humanoides con ciertas «mutaciones», de aspecto más simiesco, tal vez.
Digo todo esto porque en Orcos, Stan Nicholls no nos define, en mi opinión, lo que deberían ser los orcos. Son una banda de guerreros, sí, y son brutales. Pero en mi opinión han sido demasiado humanizados. Y es que el reto al que se enfrentaba el autor no era para nada sencillo. Porque la realidad es que la historia es de buenos y malos, y si haces que los orcos dejen de ser los malos… pierden toda su esencia.
Me da igual que se presente a los humanos como el pueblo opresor y monoteísta que está conquistando el continente de Maras-Dantia, subyugando a las politeístas razas de fantasía de siempre. La idea está bien, tiene su gracia, pero hay que saber desarrollarla. Estos orcos son los protagonistas de la novela, pero también son los «buenos». Y creo que es un error.
De hecho Stan Nicholls no es el primero en plantearla: en El Último Anillo, de Kiril Yeskov, se nos plantea El Señor de los Anillos visto desde el punto de vista de los orcos. Pero de ésta hablaré en otro momento.
Para mí los orcos de Stan Nicholls no pasan de ser una banda de guerreros al uso, como los que encontramos en cualquier partida de rol. Que hablan lengua orca y que son más rudos que lo habitual, sí, pero que en poco se diferencian de cualquier otra banda de guerreros humana. Por si quedase alguna duda, los escasos toques de originalidad en su composición se resumen en que llevan a una orca y a un enano, que es por supuesto el que más mola… No, la verdad es que no, pero ya conocéis mi predilección por los enanos.

Un combate tras otro
Y ya que saco el tema del rol, me temo que debo insistir en él, porque la sensación que me ha quedado es que nos encontramos ante la novelización de una serie de partidas de rol concatenadas. Los Hurones se meten en un lío, combaten, y eso les lleva a otro lío aún mayor. Y así a lo largo de los tres libros, que por si no lo he dicho, Orcos es en realidad una trilogía, que en castellano se publicó en un solo volumen.
Lo cierto es que llegó un momento en que estaba harto de tanto combate. Llegando al final del libro, sólo quería saber cómo acababa, no me interesaba para nada contra qué o cómo se iban a enfrentar, ya que siempre es más o menos lo mismo. Nunca muere ninguno de los escasos vips de la banda, y siempre vencen de una forma u otra.
Y hablando del final, sin spoilers diré que me pareció bastante descafeinado. No me dejó con ganas de más, pero sí con ganas de haber leído otra cosa. Después de tanto combate… bueno, no es que me decepcionase, pero sí me dejó indiferente.
La novela, por tanto, es una sucesión de aventuras de los esforzados Hurones. El texto que he escogido al comienzo es muy significativo: somos orcos, el mejor plan es atacar de frente, liarla parda, y luego nos vamos antes de que salgamos mal parados. Y todos asienten, buena idea. Sólo que no lo es.
Que nadie se espere un novelón, una historia muy original (la premisa lo es, pero creo que se queda en el intento) ni nada parecido. El libro es de lectura amena y ligera, sin darle mucho al coco. Simple, por decirlo de alguna manera.
Pero entonces…
¿Por qué recomiendo Orcos para jugones?
Porque se lee rápido, como digo, y a veces se agradece una lectura ligera entre tanto mamotreto que termina en nuestras manos.
Y sobre todo porque, siendo como es una sucesión constante de aventuras de una banda de guerreros… ¿qué mejor escenario para nuestras partidas de rol? Que el autor no haya conseguido (siempre según mi opinión) ponernos en la piel de los orcos como protagonistas de su propia historia, no significa que el intento no sea válido. Sin duda anima a intentar algo así en nuestras partidas: jugar con el lado oscuro suele ser refrescante, otro punto de vista en cualquier universo de juego. Nos obliga a salir de nuestra zona de confort, y eso siempre trae cosas buenas.
Curiosamente, creo que recomiendo Orcos precisamente a aquellos que NO son amantes de los mismos. Es probable que aquellos que siempre se hayan sentido atraídos por los orcos encuentren la novela decepcionante, pero los que siempre los hemos visto como el enemigo a batir podemos extraer algunos buenos ratos en su lectura. En cualquier caso, al menos no es la historia de siempre… o sí lo es, pero lo vemos desde el otro lado.
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Pues mira, debo decir que venía con ganas de guerra cuando vi el artículo, pero se me han desinflado porque opinas prácticamente igual que yo, jajajaja.
Lo cierto es que yo quedé decepcionado con la novela, buscaba algo más, y lo cierto es que como bien dices, al final no distan de un grupo de guerreros cualquiera.
Creo que al autor le faltó mojarse a la hora de representarlos, y dejarse de bandos de buenos y malos, si algo realmente me llama la atención cuando leo, son los buenos que no son tan buenos y los malos que tienen su porqué. Creo que cogió algo muy bueno, como hablar de orcos, pero luego se desinfló por no querer ir un poco más allá y dejarse de visiones maniqueas de bien y mal.
Alguna cosa disfruté, pero desde mi punto de vista fueron más las decepciones que las alegrías. Una pena.
¡Pero qué ganas de venir buscando guerra! Claro, que esta novela es un poco lo que pide… 😉